viernes, 27 de septiembre de 2013

LA IMPORTANCIA DEL LENGUAJE EN LA ETAPA INFANTIL

Parece un argumento recurrente. Cuando hablamos de la infancia, todo aquello que puede relacionarse con los entornos de cuidado y protección es, en nuestros días, objeto de consenso social, al menos a nivel de palabra. Porque todos nos preocupamos de los niños, todos hablamos de que hay que hacerlo más y mejor y todos estamos convencidos de que son el futuro de las sociedades.

Sin embargo, la realidad aparente parece otra. Muchos son los niños que mueren, que pasan hambre, que sufren o que "simplemente" no alcanzan ese futuro idealizado de bienestar social colectivo por el que todos apostamos. Si unos, los adultos, abogan por la responsabilidad sobre la infancia en primera persona, siempre, y los otros no parecen recibirla, al menos no en muchas ocasiones.. ¿qué falla?.

Este hilo no intenta hacer sino una reflexión inicial sobre las distancias inmensas que se producen, en educación, entre el "ser y el estar" entre el "decir y el hacer" y entre el "pensar y decidir". En un entorno de reconocimiento social tácito, la educación es un bien común mal administrado por parte de la individualidad. Prueba de ello es que siempre existen espacios de mejora educativa reales y no ficticios.

El lenguaje es uno de esos entornos que no siempre se ha interpretado de una forma adecuada. En unas ocasiones porque los profesiones diversos no se ponen de acuerdo, pues sus campos de acción parece solaparse. En otras, porque parece que la acción educadora se ha de situar al margen de la especialización del lenguaje por parte de los maestros, en virtud de una "nadie sabe qué" supuesta
normalización educativa no explicitada.

El lenguaje humano es el vehículo esencial del pensamiento. No tanto, o no sólo porque sirve de soporte para la acción de la memoria (nos ayuda a guardar muchas cosas, ideas, conceptos, sueños y deseos... en muy poco espacio y nos ayuda a recuperarlos a velocidad del rayo, como porque su existencia supone para nosotros un medio de canalización de la información, independientemente de su modalidad -sonido, imagen, tacto...-, para integrarla en un todo, y para ayudarnos a representar ese todo e, incluso, en un añadido de valor extraordinario, "contarselo a un amigo", tal y como reza en el botón de turno de las redes sociales.

Hablar de lenguaje es hablar por tanto, no sólo de pensamiento, sino también de persona, de identidad, de forma de pensar, de capacidad para adaptarse a la vida. Los niños, en su desarrollo, son (perdonadme la licencia), sistemas lingüísticos en desarrollo (siempre dicho bajo estas premisas). Por ello, y con el añadido de que en 0-6 se producen la mayoría de las eclosiones neurobiológicas más significativas relacionadas en este campo, es necesario afianzar algunas propuestas que, a modo de ideas, fortalezcan el propósito de este comentario: los maestros han de ser especialistas en lenguaje. Aquí van algunos argumentos que ayudan en la justificación.

1. El lenguaje humano no entiende de límites claros. No es una cuestión "estrictamente curricualr". No existe un niño que habla como los niños de Educación Infantil y otro como lo hacen los niños de Educación Primaria. El límite claro entre etapas curriculares se desdibuja en el progreso lingüístico-comprensivo de los niños. Quizá esta sea una razón interensante para plantear la necesidad de que los famosos agrupamientos de muchos Centros entre Infantil y Primaria debieran ser agrupados.

2. El lenguaje es un medio de comunicación que se nutre de la realidad social. Los entornos diversos son fundamentales. La heterogeneidad es una cualidad inherente a la inclusión educativa. La heterogeneidad lingüística es por tanto fundamental para la riqueza léxica y gramatical y, por tanto, para la mejora, entre otras, de los procesos de fluidez lingüística, algo que se revela hoy en día como un indicador de éxito escolar muy claro.

3. La sobreestimulación no es algo necesariamente bueno. Hablar de lenguaje es comprender los ritmos individuales sin dejar de observarlos. Puede ser tan perjudicial no mirar (con el riesgo constante que observamos en relación con los errores diagnósticos que tan a menudo se producen en los colegios y escuelas) como la sarutación estimular. En su lugar, parece que la cuestión se orienta a la variedad de soportes educativos, de modalidades instruccionales, es decir, a la importancia crítica de la metodología didáctica en educación.

4. El lenguaje es un medio, no un fin. Los niños han de utilizarlo para comprender el mundo y, con ello, para adaptarse de manera exitosa a la vida. No nos olvidemos nunca de esto último, pues que un niño hable bien no lo garantiza, o que escriba bien, tampoco. Trabajar educativamente los espacios de
comprensión y de adaptación (niveles pragmáticos) es un logro que no siempre tiene la plasmación oportuna en el aula. "El tiempo es oro", se suele decir, más en relación con un Currículo tal vez mal interpretado que parece que no deja más hueco, entre programaciones y programaciones, para la disposición de contenidos y más contenidos. Sobran contenidos y faltan más procesos de integración, ya desde pequeñitos.

5. Los cinco primeros años de vida son críticos en relación con el éxito en la vida adulta. Cada vez son más las investigaciones actuales que así lo parecen confirmar. La intervención temprana pasa por una detección y evaluación de la situación tempranas. Algunos de estos estudios permiten, sorprendentemente, interpretar hallazgos ya con niños prematuros.


 

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